martes, 20 de octubre de 2015

Después de tanto tiempo...

Regreso.
No me es fácil dedicarme a este blog, le vuelvo a pedir a mi hija que me ayude.
Quería contarles que sigo tejiendo, que el ACV no me vencerá y que si por ahí lo intenta, lo corre con una broma o una búsqueda de alguna fuerza que se esconde por ahí.
Voy a seguir mostrándoles lo que tejo.
En realidad, mostrarlo por aquí, o por Face, es como realizar una exposición soñada, por eso lo hago.
Para compartir, nada más. Y si les gusta algo de lo que tejo, me lo dicen.
Me hace bien saberlo.
Les dejo un abrazo.
                                       Irma



domingo, 10 de noviembre de 2013

LATIDOS, historias de vida al límite

Hace más de un año que no entro a mi blog, no porque no quiera, sí porque no podía.
Pero hoy que aún no puedo del todo, quiero tanto hacerlo, que le pido ayuda a mi hija para escribir y aquí estoy. Sucede que en julio del año pasado, sufrí un ACV, me quedó como secuela una hemiplejía del lado derecho. Con la cual aún estoy luchando, porque no puedo valerme totalmente por mi misma, necesito andador y demás. La fuerza de voluntad es lo que nos saca adelante, la fuerza de voluntad y el amor de los que nos rodean.
Los ancianos, muchas veces están obligados a aceptar las consecuencias de sus enfermedades, escuché muchos médicos decirles a mis hijos "¡Pero si ya tiene 86 años!" "¿Por qué tanta preocupación', es algo de la edad". Y yo creo que la rabia me sacó adelante también, el demostrar que siempre se puede seguir viviendo mientras uno lo desea. El que seamos ancianos, no significa que uno tenga que resignarse a morir, porque mientras el hilo de luz no se corte, uno debe aferrarse, no darse por vencido jamás. Eso aprendí de esta internación, eso y el amor de otro tipo de profesional de la salud, como algunos enfermeros/as y médicos, que dejaban el poco tiempo que tenían para dedicármelo y consolarme cuando me veían decaer.
A ellos les dejo mi eterna gratitud. El reconocimiento de su labor. Ese trabajar hasta donde sus fuerzas no dan más, aunque el sueldo que reciben es vergonzoso, y por eso deben trabajar en más de un hospital para poder alimentar a su familia, mientras hay quienes se dan sus viajes de lujo en aviones privados, por el sólo hecho de elegir ser parásitos... pero de eso mejor no hablemos, hablemos de esos seres maravillosos que son los enfermeros y enfermeras, de los doctores, pero los de vocación, no de los que sólo trabajan si un paciente es rentable o no. Si un médico al que asistes, te da su teléfono para que lo llames ante una urgencia, aunque éste sepa que tenés la obra social de PAMI, ya sabes que este es un DOCTOR...
De los otros, de los que se enriquecen a costa del dolor humano, de esos prefiero no hablar hoy, porque sólo quiero hablar de mi yerno: MARTÍN RAMOS, es que no me entra en el pecho el orgullo, es que aunque mi mano derecha no me deja escribir en el teclado de alguna manera tiene que salir esta emoción.
A pesar de trabajar tantas horas, de llegar cansado a su casa, tanto que apenas puede hablar, él siempre con una sonrisa, con una mirada de amor para los demás. Porque en su casa no sobra el dinero, a pesar de tener doble turno, pero sobra amor, es lo que importa. Pues bien, hay algo que no entiendo, no sé cómo le quitó horas al sueño para poder lograr este milagro: Escribir este maravilloso libro, en el que cuenta de su vida en los pasillos de hospital, con los enfermos, con la descarnada verdad de una enfermedad terminal por ejemplo, pero a pesar de ello, uno después de leer cada historia no puede menos que sonreír, porque a pesar de tanto dolor, es una demostración de fe y de valor. Cada paciente es símbolo de ello.
Quizás no sea un best seller, quizás no tenga todos los requerimientos que los literatos exigen en lo  gramatical y demás, pero su valor va más allá, está en el esfuerzo, en los minutos que le quitó a su vida para escribirlo, en las palabras tan sentidas, palpitando cada coma, punto suspensivo y punto final.
En un mundo que todo se lleva por las apariencias, Martín eligió el SER, la profundidad con que narró cada historia es fiel demostración de ello.
Yo no sé que hacer con esta emoción, yerno, hijo querido. Pero felicitarte es poco, abrazarte, eso quiero, porque tu logro es el logro de todos aquellos que están convencidos que siempre se puede llegar más allá, sólo es preciso soñar.
¡Gracias por tanto amor! Te deseo lo mejor, Martín. Como así también a mi hija Norma y sus dos maravillas de hijos, Emanuel y Sofía.


miércoles, 23 de mayo de 2012

Hijos, se reciben pedidos...

A veces me gustaría cubrir el dolor de mis hijos de cualquier manera, sin saber cómo abrazarlos infinitamente, pero no siempre se puede, no siempre logro llegar hasta ellos y hacerles llegar mi cobijo.
Mis 85 me tornan frágil, pero no por ello menos voluntariosa.
No podrán conmigo los años, no señor.
No me quejo, tengo una buena vida.
Lo más importantes, hijos, es el presente, no lo olviden.
Les dejo un beso y les recuerdo que recibo pedidos, por si quieren que les teja algo para este invierno, será una manera de acariciarlos cada vez que usen la prenda que yo con tanto afecto les hice para ustedes.
Los quiero, hoy necesitaba decirlo.
Los espero, siempre, siempre.
Los abraza.
                                                         Mamá

jueves, 25 de agosto de 2011

Un señalador para Ponciana

Ponciana, amiga, de esas que se acercan tanto a uno que a veces cuesta diferenciarlas de nosotros mismos.
Una gran mujer, bondadosa, una luchadora.
Hace tiempo que no la veo, desde que me fuí del pueblo donde formé mi familia: Arroyo Barú. Quizás por temor a la nostalgia, por distintos motivos, a veces de salud, otras de distancias, no he regresado, quizás por eso los recuerdos son vívidos también.
Mi hija, escribió un libro "Centenario de afectos, tras las huellas de Eloy Abatilli", es decir, es el centenario de Arroyo Barú y el libro es un homenaje a mi esposo... Pero mejor no hablo más de este tema, que si hablo de él, me emociono y ya me dijo el doctor que es mejor evitarlo, aunque cuando uno se emociona por algo bueno yo pienso que el corazón se hace más fuerte.
La cosa es que le envié uno de los libros a mi amiga, pero todo resultó tan de repente que no tuve tiempo de tejerle un señalador, ahora ya lo tengo, en cuanto pueda se lo haré llegar.
Ponciana recibiendo el libro.
Me gustó verla a Ponciana en una foto que me envió mi hija Olga en el momento que le entregó el libro, refleja su alegría, es como si ayer hubiésemos estado tomando mate juntas. Esos recuerdos que son mariposas en el alma cuando uno está triste.
Recuerdos que también son luciérganas sembrando alegría en tiempos como éste que mi pueblo cumple cien años, yo que estoy más cerca de ese tiempo siento que cada día que pasa es un eterno regreso a Arroyo Barú, pedacito de mi alma, cielo pequeño quizás para algunos, pero tan inmenso para mí...

martes, 12 de julio de 2011

Cuando la alumna supera a la maestra

Hoy recibí una foto con un tejido de mi hija Olga. Ella vive en Entre Ríos. No nos vemos con la frecuencia que quisiéramos, es docente, así que viaja a visitarnos en épocas de vacaciones, pero cada vez que lo hace, la casa se llena de risas, es primavera en pleno invierno y cuando se va, la casa  parece tan grande, tan sola, la casa y nosotras dos, mi hija Alicia y yo.
Pero uno tiene los hijos para la vida, para que formen sus propias familias, desde que nacen sabemos que es así, pero creo que lo más difícil que una madre debe afrontar es su partida, aunque sabemos que luego regresarán con los nietos, uno no deja de sentir ese deseo interno de tenerlos a todos juntos, como cuando niños.

Colcha tejida por Olga

 Olga no es de tejer, teje, pero no es algo que le apasiona, creo, por eso mi sorpresa al recibir su foto de un cubrepies, que luego se convirtió en cubrecamas, algo mucho más grande que el que tejí yo y más bonito, más colorido, más creativo.
Y como una zonza sentí que se me humedecían los ojos, me emocioné, ella me dijo que motivada por mi post del cubrepies le había nacido el deseo de tejer uno también, como para acompañarme a lo lejos en el tejido, de verdad sentí que la distancia no es tal, que ella está aquí, pura alegría como siempre.
Ahora, veré de que se motive así, mi hija, la que vive conmigo, aunque de verla nomás como toma las agujas me pone nerviosa, si parece que no tiene nudillos, dice que yo no tengo  paciencia, lo que creo es que no tengo tiempo para enseñarle y aprenda, con un siglo no bastaría. Ahora lee lo que escribo sobre ella y se larga la carcajada, eso tiene Alicia, no se enoja jamás, a veces me parece que si se enojara se me cerraría el mundo de a poquito, ella sabe que es así, por eso simula que todo está bien y afirma que la vida es hermosa y predica siempre "lo mejor está por venir", realmente es así, el viernes viene de visita Olga, nos estamos preparando para recibirla, "lo mejor está por venir", con su llegada, ésto se hace realidad, y será como una hora la semana que estaremos juntas, porque así pasa de rápido el tiempo, pero mejor no pensar en ello, mejor termino lo que estoy tejiendo para ella (es una sorpresa, en el próximo post, lo cuento, no quiero que se entere ahora).
Cada mañana agradezco a la vida, es una celebracíón despertarme y sentir que amo tanto a mis hijos, nietos y me quieren y me lo demuestran profundamente.
Ah, olvidaba, el próximo domingo, 17 de julio, cumplo 85 años, no lo digo abiertamente, pero ultimamente lo hago sin prejuicios, que lo que importa es cómo uno se siente con los años, yo me siento como si tuviese cuarenta  (no digo menos porque temo que no me crean, pero en realidad es así)
 Los dejo, que mañana tengo que levantarme tempranito porque voy a la  peluquería, que mi hija me vea arreglada cuando llegue y mis 85 también.


Detalle de la colcha tejida por mi hija Olga
  Un abrazo.
                                                                       Irma

lunes, 4 de julio de 2011

¡Viva el invierno!

Entre tantas cosas que tejo, carteras, carpetas, gallinitas, tejo también camperas, gorras y demás para mi nieta Sofía que es la que tengo más cerca, los otros nietos ya están grandes, pero intuyo que también les encantaría que la abuela les tejiera un gorro, aunque les diera algo de verguenza que sus amigos lo vieran con ella, pero la usarían porque se las tejí yo, así son de hermosos mis nietos, así los quiero.
Lo único que me duele es tenerlos tan lejos, a veces me hacen tanta falta, reír me hace falta. Compartir una adivinanza o un chiste, por ejemplo, Lucas, hablo por teléfono con él mucho rato, está en Entre Ríos, es el nieto al que le guardo los dichos o chistes que escucho en la radio para contárselos a él, me gusta mucho escucharlo reír, me contagia, es imposible no contagiarse con sus salidas, siempre está pronto a transmitir alegría, no vive en el pasado, como muchos, él apuesta al futuro, hombre de ideales claros, lejanos pero alcanzables.
Esta campera que les presento ahora la tejí rapidito cosa que el primer día de invierno mi nieta pueda estrenarla, ella es muy coqueta, por eso las cintas, por eso el color, por eso el punto. Me dice su mamá que anda todo el día en su casa con lo que le tejo cuando es algo nuevo, por más que ella la corre para que se lo saque "que lo guarde para salir", no hay caso, hasta duerme con el estreno, cuando éste yo no es tal, porque lo han gastado los días, recién ahí busca otro para cambiarse.
Cosas de niños, que abrigan el alma, o las ganas de seguir tejiendo, aunque ahora no permanezco tantas horas despierta, que me gusta acostarme y negar el frío.
Dicen que si uno a esta edad se queda acostada mucho tiempo después no se levanta más, yo no sé, no creo eso, a mí me gusta  ésto de buscar en el invierno la excusa perfecta para declarar que a mí también me gusta pasar el rato, así sin más, sin tener ninguna obligación, pasar el rato por pasar, que ya trabajé lo suficiente como para no tener remordimiento hoy si  por ahí no me levanto temprano a la mañana, que son las diez y aún estoy en "posición horizontal" como me dice mi hija, bien que ella si pudiese se quedaría en la cama hasta que el sol le dé en la cara desde la ventana, pero no puede, que el trabajo, que los hijos, que las cosas de la casa... yo ya lo viví, lo sufrí quizás, pero no me arrepiento de un solo día que me levanté porque debía hacerlo por mis obligaciones de madre y de ama de casa, como tampoco me arrepiento un solo instante por dormir media hora más cada mañana de julio.
Tanto me gusta levantarme a las diez de la mañana que sonrío y digo: ¡Viva el invierno!

martes, 7 de junio de 2011

Visita de nuera


Está de visita mi nuera.  Su llegada me puso muy contenta, primera vez que decide viajar ella sola. No vivimos en la misma provincia, ella en Santa Fé y yo en Córdoba por eso siempre había venido con mi hijo. Hace 25 años que están casados.
No es común que las nueras visiten a las suegras, generalmente éstas se quejan de cómo las suegras molestan con su visita, esa “vieja bruja, hincha y mandona” Nunca me identifiqué con los chistes que hacen de las suegras ni formé parte de esa burla, eso que dicen que las suegras se inventaron porque el diablo no podía estar en todas partes.
   Tengo tres nueras, pero jamás tuve problemas con ninguna de ellas, creo que las que sí los tienen es porque no aceptan que su hijo haya volado al fin, por eso siempre, siempre pensarán que la mujer con la que se casaron noera para su hijito “¿qué le vió? Por Dios ¿qué le vió?” dicen, “ni siquiera sabe limpiar, de cocinar no hablemos, ahí anda mi hijito todo rotoso y siempre con hambre”.
-Seguro que anda bien en la cama, porque es lo único para lo que ha de servir esa haragana- la escucho recitar a mi vecina cada vez que va a la casa de su hijo, y va seguido, casi todos los días, me digo: “pobre su nuera, con semejante suegra...”, uno de estos días se lo voy a decir, directamente, que ya me tiene cansada con sus quejas, que no me gustan las personas que sólo hablan mal de los demás y que abren sus bocas para hacer que la tristeza gane su batalla, porque me contagia de ella si la escucho por mucho rato, prefiero observar a los pajaritos haciendo su nido en mi gualeguay, me llenan de optimismo, me hacen olvidar de que hay gente como mi vecina, que no sabe vivir, siempre viendo lo  malo, jamás un halago, una palabra que ilumine su rostro agrietado, alrededor de sus labios esencialmente, como si cada mal pensamiento que exterioriza le fuese dejando huella.
Esta nuera mía se destaca, además de otras virtudes,  por su habilidad con las manos, sabe tejer, coser y es muy limpita, lo tiene a mi hijo que es una hermosura, todo contento, siempre bien vestido y con la panza llena. Tiene cuatro hijos que son  maravillosos, los cuatro distintos, pero se parecen entre sí, como cuando el aire y el sol madura de igual manera a los limones de mi jardín, todos brillantes, fragantes, luminosos.
Quiere que la asesore en algunos tejidos que está haciendo, cubrecamas, bufanda, pantuflas,   compruebo que tiene muchos proyectos juntos, todos a medio comenzar, yo le digo –Es mejor empezar y terminar algo, que el tejido tiene que ver con el ánimo, si estás enojada por ejemplo te sale todo apretadito, cuando estás contenta un poco más flojo, si comenzás otro tejido antes de terminar éste, quién sabé como estáras la próxima vez que lo retomes, por eso cuando el tejido es desparejo, es porque la trama responde a las idas y venidas de nuestro humor, no hay persona que todos los días pueda levantarse con la misma alegría, con la misma paz, pasa la vida, mejor dicho, ocurre la vida, con sus consuelos y desconsuelos, con sus ratos de sol y otros de sombra...- Ella me mira pensativa, continúo diciendo -Jamás comienzo algo si antes no termino lo que estaba haciendo, porque me conozco y sé que todos los días no estoy igual, se me empinan las mañanas y a veces tengo que sacar mucha fuerza para ascenderlas, pero son las menos-, “¡por suerte!” suelta Alicia, la hija con la que vivo y se le sube a los ojos una sonrisa que apaga mi reproche.
Le gusta conversar a mi nuera, “terequetere, terequetere, queteteretere”. Me gusta escucharla, conocerla, compartir con ella. Es auténtica, se la mira y uno se da cuenta que no finje lo que siente. Está contenta, la verdad que tiene tanto para estarlo: Salud, belleza, un marido que sólo tiene ojos para ella y unos hijos que la aman, aunque a veces están en la sana rebeldía  y necesitan autodeterminarse, ella es  sabia como para comprenderlo y dejar que así sea. Lo que no estoy segura es si ella se da cuenta de todo lo que tiene, de su gran fortuna, la espiritual, que la otra no importa, que es mejor ser pobre pero intentar ser feliz, a como dé lugar. 


 Hace un rato que se fue mi nuera, se la extraña, su risa, su manera de contagiar ganas en el hacer.
 Ojalá que vuelva pronto, nos ayuda a sacudirnos el silencio, nos hace mirar para dentro y descubrir entre risas la importancia de los verdaderos afectos.

sábado, 28 de mayo de 2011

Un gallo para cada casa

 Tiempo hace que no ando por aquí, viajé a Entre Ríos a visitar a mis hijas y nietos, me entretuve por allá. Uno de ellos, Miguelito (mide más de 1,80 pero para mí siempre será Miguelito)  dice que además de mis comidas, extraña no tener una gallinita en su cocina, así que me puse a tejerle una, a cada uno de ellos le fuí tejiendo, al igual que a mis hijas, que son grandes todas pero no se les dá por hacer una, están esperando a su madre que les lleve...
Que estoy rezongona, decís, a ver si a mi edad no te dan ganas de decir lo que se te cante, que si bien la edad tiene sus cosas malas, tiene las buenas como estas de saber que uno puede hablar justificando su decir, la experiencia lo hace por uno mismo.

Y vos, que todavía no terminaste el primer cuadrado del cubrepies que habías comenzado, me decís "a mí también me está haciendo falta una gallinita, que la otra se me quemó toda..." Y ahí me pongo a tejerte una, que justo tengo la lana, va a ser bataraza esta, que me dan ganas decirte que es fácil, que en un ratito la tejés, que aprendas de una vez, pero me quedo callada, no quiero desaprovechar el ratito que estás conmigo, me pone contenta tu visita, porque bien sé que lo de aprender a tejer conmigo es una oportunidad ideal para compartir todo lo de tus chicos, lo de tu vida en general y algo de la mía, que aunque no salgo mucho, casi nada diría yo, igual siempre es bueno estar juntas. Hoy viniste con tu hijo,  que me pregunta   si es gallo o gallina lo que estoy tejiendo, claro no nació en el campo como para distinguir la cresta, que le digo "sexo indefinido" y se larga la carcajada, apenas tiene 15 años, con toda su inocencia de niño que se está haciendo hombre, pero sin apresurarse "Es un gallimorfo" suelta, todos nos reímos, hasta la caniche ladra contenta. Lástima que al final la arrinuó preguntándome si mis padres eran del 1800... Me hice la enojada, para que no siga con el tema, que la verdad no tengo ganas de hacer cuentas, que no me importa, que me molesta... creo que se dió cuenta, porque sale diciendo "¿Y Papá Noel cuántos años tendrá?" Ahí ya directamente nos desconcertó tanto, a vos que le dijiste que la termine con sus preguntas bobas y a mí que no sabía si reírme o tirarle con la chancleta... Alicia se lo llevó a la otra habitación a explicarle álgebra o algo por el estilo, como para calmar un poco el ambiente. Mejor...  Que ya no tengo tanta paciencia, aunque después me gusta recordar las bromas que hizo durante la tarde y me río sola, pero delante de él me hago la seria, creo que ya se dió cuenta y me tomó el tiempo. La próxima vez que venga le  prometí que le iba a hacer más pan, le gusta el pan que hago, "es el más rico de todos" afirma y sé que lo dice de verdad, por eso, aunque me duelan los huesos, me levanto y amaso cuando mi nieto me avisa que viene a visitarme con mi hija. Aunque cuando llega él haya un revuelo en el gallinero... 

miércoles, 25 de mayo de 2011

Laura, fiesta otoñal.

Cada tanto se acerca como una brisa fresca, su nombre es Laura, amiga de mi hija, aunque ésta no es de hacer tantas amigas, es más bien solitaria, pero cuando le abre el corazón a alguien su entrega es total y duradera, por eso será que Laura al ser una de ellas, de esas amistades, es que si me entero de que viene de visita ya me pongo contenta.
Un día me dijo que nunca le había tejido una carpeta para ella.Era otoño, justo mirando una revista encontré el nombre de un trabajo, de una carpeta "Fiesta Otoñal", como ella, una fiesta en pleno otoño.
Así que se la tejí y cuando se la entregué su sonrisa fue tan grande al recibirla que se me ocurrió de repente que era Navidad, no sé bien porqué, pero lo sentí.así.
Hay personas que siembran tristezas en la vida, hay otras como Laura, que siembran carcajadas y uno las recoge en bandadas para albergarlas cerca, muy cerca del corazón

lunes, 7 de marzo de 2011

Cubrepies, cubrealma.

Quieres que tejamos un cubrepies, porque dices que si tienes fríos los pies no vives.
Muchos tienen frío en el alma y son cuerpos sin fuego.
Me traes lana, dices que es lana, hoy día todo es sintético. Hasta los colores parecen distintos. No sé, parece que en la elección la vieja sos vos, apagados, grises, negros, marrones ratón. Yo hubiera elegido rojo, amarillo, verde o azul cielo.
Pero será tu cubre pies, así que no me meto. Igual te lo digo, me miras y te ríes. En realidad nos reímos las dos, eso es lo bueno de los hijos grandes, si te lo hubiera dicho cuando adolescente la de gritos y enojos que hubieras tirado por el desorden de tu pieza
Ahora por fin nos encontramos, antes era un aprendizaje constante, ahora todo es más apacible.
La verdad que lo del cubrepies no es difícil me dices, pero si ni siquiera sabés agarrar la aguja, te digo otra vez. No me escuchas porque estás preparando el mate. O haces que no me escuchas, no sé bien.
Vuelves radiante con todo listo, ese aroma de pan recién horneado me mata, el doctor me dijo que me cuide en las comidas, hace tanto que lo hago que ya estoy aburrida, prefiero morir con la panza llenita de algo rico que hambreada y triste.
Y dejá de mirarme preocupada, grandota, que estoy bien, quedé algo enclenque,pero ya tengo firmeza en las piernas, hasta me animaría a bailarte un chamamé si encontrase uno en alguna radio que se dignase recordar que el chamamé también existe, y cómo vive en mi corazón del litoral.
Bueno, basta de charla, a meterle con el punto cadena, una hilera larga, larga, tan larga como tu cama, como tu frío, o como tus ganas.

domingo, 6 de marzo de 2011

De regreso

La saqué barata, creí que ya me iba. Esta maldita infección que se convirtió en otra cosa, cosa que se convirtió en otra y tanto por tejer aún...
No me querían dejar volver a casa, romendaciones para todos lados, pero todo es un gran negociado, la salud uno de los mayores, que a la obra social no le conviene tenerme tantos días internada, a la clínica tampoco así que por eso me despacharon antes.
Recién hoy puedo volver a escribir. Estaba inquieta por regresar y ver si alguien había entrado a leerme, no. Nadie aún. Que mi nieta me dijo que visite los otros blogs así me devuelven la visita y la verdad que no me animo, no sé bien qué decirles o comentarles.
Voy a seguir sola, por ahí alguien, un distraído entra y cae sin querer.
Aunque no caiga nadie, igual voy a seguir escribiendo. Que mi hija me ha dicho que es bueno para evitar "el alemán", después entendí a qué alemán se refería y no me hizo mucha gracia. Aunque esa maldita enfermedad no le puede hacer gracia a nadie. De todas las pestes, el que los demás vean cómo uno se va quedando como una piltrafa humana, sin conciencia, sin ser dueña de los actos, es la que más temo, prefiero un cáncer rápido y certero y a otra cosa mariposa.
Si por ahí hay algún fantasma en internet que algún día entre a leerme sepa disculparme por hablar de ésto, creo que lo hago porque estoy segura que ando sola navegando por aquí, eso me dá fuerzas para escribir así.
Es algo así como un diario, pero me parece más liviando el teclado que un lápiz y el papel, por eso insisto.
Mañana veo qué empiezo a tejer, a ver si  mi alumna viene, quiero que deje su papel de enfermera y vuelva al tema del crochet.
Un saludo y una flor para alguien, al que quiera, al que sepa, al que alguna vez me lea.                                                                     


 Irma


sábado, 29 de enero de 2011

Son las cinco y no llegaste...

Todavía no llegaste y eso que te dije que a las cinco yo empezaba a tejer, mirá que insististe con lo de aprender y ni que te cuento con lo de que haga este blog, ahora que lo hice ni siquiera vos me lees. En fin, qué se yo si a mis años a alguno le interesará leerme, digo años, pero no me gusta que me digan “abuela” quienes no son mi nietos, ni anciana, ni octogenaria, no sé cuando escucho que me nombran así, es como si algo de compasión encierran estas palabras o hasta un dejo de malicia también. Creo que llegar a ser “ancianas” como nos llaman por ahí no es nada para despreciar, es todo lo contrario, no tiene que ver con las arrugas que me muestra el espejo, en ese caso sí soy anciana y a mucha honra, pero lo que debe contar es mi actitud, si conservo el humor, las ganas de vivir y si al fin algo de sabiduría puedo decir que tengo.
Y sí, por ahí me escuchás quejar, sé que quizás pienses “si sos vieja, te quejas”, no es así, no me quejo por vieja, sí por ahí por lo que veo fuera, la indiferencia, la pereza, la injusticia, no lo sé transmitir bien, por eso parezco quejosa, pero de la vejez en sí, la verdad que no me quejo, todo lo contrario, jamás fui más feliz.
Aunque hoy me dejaste hablando sola con el gato...

martes, 25 de enero de 2011

Quieres que te enseñe a tejer crochet

Me dices que quieres aprender a tejer crochet, insistes, insistes, así que accedo.
Me pides que te enseñe fácil, que te cuesta y quieres saber más de mí, como si fuese sencillo.
¿Y por dónde empiezo a contar que vos no sepas? Con el tejido es más fácil, sé que en tu caso debo empezar a enseñarte el punto cadena que es lo básico, pero en cuanto a mi vida ¡Qué difícil! Ya sabés de mi infancia en el campo, de tus abuelos, de tu padre y hermanos, no sé qué más podría contarte, "cualquier cosa, animate, me decís" y yo te digo tené cuidado a veces la lana se enreda como la vida misma... Como para que por hoy no me preguntes más, o quizás sea porque aún no me animo del todo, ya veremos más adelante ¿Sí?
No tengo paciencia para enseñar, si quieres aprender debes mirarme, si no te es fácil, mirame un poco más al tejer y no me hables que me pierdo...
Como ya no tengo paciencia con muchas cosas, cuando no logro  un punto lo dejo, antes me empecinaba hasta que me salía, no sé si son cosas del tiempo o de la urgencia que tengo para terminar lo que estoy tejiendo, así que no me hables mientras tejo, no me vengas con cuentos, no tomes la aguja con miedo.
Si quieres aprender hacelo en silencio, que el ruido molesta a la belleza.
Dale, tomá la lana así, hacé un ojal, sostené la lana con la aguja y hacelo pasar a través del ojal. ahí tenés el primer punto cadena, seguí tejiendo. ¿Pero ni siquiera sabés sujetar la aguja? Como una birome, mujer,  como una birome, no de la punta
 ¡Qué increíble! No sabe agarrar una aguja...
Intenta ser prolija, decidida, constante, que si no el tejido  te sale o muy apretado o muy flojito, en la vida hay que ser constantes, no aflojar jamás, tampoco tan cerrados, que la alegría no nos toca cuando andamos conteniendo tanto.
Déjame que termine esta vuelta y te enseño otra vez desde el principio.

domingo, 2 de enero de 2011

Un doble comienzo

Hace tiempo que insistes en que comience un blog, todo salió de que te comenté lo admirada que estoy con internet y porque ves que leo los diarios y averiguo cosas que no sé, qué maravilla, antes tenía uno que andar tanto para saber algo, ahora con apretar una tecla ya llega a nuestras casas lo que andamos queriendo saber.
Aunque no sé mucho este tema, no me atrevo, me averguenza un poquito el que alguien que no seas vos me lea, por eso es que quizás como para alentarme me propusiste "si vos hacés un blog" yo aprendo a tejer crochet", bueno aquí estoy, intentando aprender, me gusta mucho la idea de que te vengas la tarde que puedas a visitarme, charlar un poco y mientras vamos viendo lo del crochet y yo te voy pidiendo ayuda en ésto de poner alguna imagen cada vez que escribo, me vas enseñando estas palabras raras, como post, blogger y demás. No te impacientes, que hace mucho que no escribo a máquina, la computadora es otra cosa, más suavecito hay que apretar las teclas, suerte que no me olvidé de mi épocas de la Olivetti, mi vieja máquina de escribir, donde vos también aprendiste.
Me dá risa, a vos te cuesta aprender a agarrar la aguja, la apretás muchísimo, como una herramienta pesada, yo también tengo el mismo problema pero con las teclas. Parece distinto, pero a la larga es lo mismo.
¿No te parece?
Bienvenido blog a mi vida, bienvenida hija al tejido...