jueves, 25 de agosto de 2011

Un señalador para Ponciana

Ponciana, amiga, de esas que se acercan tanto a uno que a veces cuesta diferenciarlas de nosotros mismos.
Una gran mujer, bondadosa, una luchadora.
Hace tiempo que no la veo, desde que me fuí del pueblo donde formé mi familia: Arroyo Barú. Quizás por temor a la nostalgia, por distintos motivos, a veces de salud, otras de distancias, no he regresado, quizás por eso los recuerdos son vívidos también.
Mi hija, escribió un libro "Centenario de afectos, tras las huellas de Eloy Abatilli", es decir, es el centenario de Arroyo Barú y el libro es un homenaje a mi esposo... Pero mejor no hablo más de este tema, que si hablo de él, me emociono y ya me dijo el doctor que es mejor evitarlo, aunque cuando uno se emociona por algo bueno yo pienso que el corazón se hace más fuerte.
La cosa es que le envié uno de los libros a mi amiga, pero todo resultó tan de repente que no tuve tiempo de tejerle un señalador, ahora ya lo tengo, en cuanto pueda se lo haré llegar.
Ponciana recibiendo el libro.
Me gustó verla a Ponciana en una foto que me envió mi hija Olga en el momento que le entregó el libro, refleja su alegría, es como si ayer hubiésemos estado tomando mate juntas. Esos recuerdos que son mariposas en el alma cuando uno está triste.
Recuerdos que también son luciérganas sembrando alegría en tiempos como éste que mi pueblo cumple cien años, yo que estoy más cerca de ese tiempo siento que cada día que pasa es un eterno regreso a Arroyo Barú, pedacito de mi alma, cielo pequeño quizás para algunos, pero tan inmenso para mí...

1 comentario:

Luis Madrigal Tascón dijo...

Doña Irma: Me llamo Luis Madrigal y soy un español amigo de su hija Alicia María, a quien sin conocerla he llegado a querer entrañablemente, por su bondad, ternura y gran corazón, noble y generoso. Conozco a Alicia desde hace ya algunos años, por mediación o a través de este mismo medio de Internet. Pero, no crea usted, sin embargo, que ha sido ella quien me ha informado acerca de la existencia de este precioso Blog suyo, en el que tantas cosas útiles pueden aprenderse. Tendré que reprochárselo. Lo he descubierto yo, por mi mismo, por total y pura casualidad, si bien -debo confesarlo- mientras trataba de saber más cosas de las que ya sé sobre Arroyo Barú, de cuyo lugar tanto me ha hablado Alicia. Tampoco podría decirle cómo se produjo el hallazgo, porque ni yo mismo soy ya capaz de recordarlo. Sin duda, como mera consecuencia aleatoria, que muchas veces ocasiona el hecho de andar pulsando teclas. Lo que sí puedo y creo debo decirle es que este hecho, tan inesperado, me ha producido una inmensa alegría, al poder leer directamente lo que escribe la madre de Alicia, es decir, usted misma, porque tampoco necesita presentación alguna de su hija, aún escribiendo ella maravillosamente. Usted también lo hace, también escribe con primor y, a su joven edad -porque es usted muy joven y muy alegre y vitalista- esto tiene para mí el encanto de la ilusión renovada y, sobre todo, la esperanza que siempre busco. Por otra parte, Alicia me ha hablado de usted misma, muchas veces, y siempre con el enorme cariño e inquietud que siente hacia usted, creo que no sólo por ser su madre, sino porque ella la admira profundamente, además de quererla tanto como la quiere, con su gran corazón. Tengo que felicitarle a usted, por tener una hija como Alicia, pero también a ella, por tener una madre como usted. En realidad, sé más cosas de usted de las que usted misma pudiera suponer. Sé que se llama Inés, además de Irma, que es de descendencia suizo-alemana y que reza un rosario hecho de algún producto vegetal, precioso rosario. Vi la fotografía en la que lo sostiene en sus manos, y le dediqué a usted un soneto en aquella ocasión. También otro, recientemente, en réplica a un poema de Alicia, relativo a su constante tejer. A propósito de esto último, de su primoroso arte del tejido, no puedo aspirar a que usted me enseñe a tejer crochet, dadas las circunstancias, además de mi propia torpeza, pero sí me permito pedirle otro gran favor, mucho más importante para mí. Lamentablemente, yo ya no tengo madre, desde hace algunos años y, a veces, siento su ausencia y la falta del cariño que tantas veces ella me dio. Ya sé bien que las madres sólo pueden querer, de ese modo tan intenso, a sus propios hijos, pero ¿podría usted quererme un poco también a mí? Con ese desvergonzado propósito, si usted me lo permite, seguiré desde hoy su Blog, rogándole que no lo abandone, sino que continúe escribiendo muchas cosas, de nuestra querida Argentina, de Córdoba, la Docta, de Entre Ríos, de su Arroyo Barú y de su difunto esposo, Don Pablo Eloy, cuya desaparición momentánea, tanto conmovió a Alicia, aquel día terrible, en el Cementerio de Concepción del Uruguay, mientras se balanceaban los cipreses… Como podrá advertir, estoy bien informado. Pero, le ruego que no se emocione, para no sufrir ningún sobresalto, tiene que recordar a su esposo con una dulce calma. También yo me ofrezco a contarle a usted lo que desee o le interese saber de España, en particular de Madrid, donde vivo, pero también de mi Ciudad natal de León y de su Viejo Reino. ¿Querrá hacerme ese gran favor? Por lo que acabo de descubrir, tenemos dos aficiones comunes, la de leer y la de la novela histórica, sobre las que podemos intercambiar opiniones. Le envío un beso con todo mi cariño. Luis Madrigal.-