domingo, 10 de noviembre de 2013

LATIDOS, historias de vida al límite

Hace más de un año que no entro a mi blog, no porque no quiera, sí porque no podía.
Pero hoy que aún no puedo del todo, quiero tanto hacerlo, que le pido ayuda a mi hija para escribir y aquí estoy. Sucede que en julio del año pasado, sufrí un ACV, me quedó como secuela una hemiplejía del lado derecho. Con la cual aún estoy luchando, porque no puedo valerme totalmente por mi misma, necesito andador y demás. La fuerza de voluntad es lo que nos saca adelante, la fuerza de voluntad y el amor de los que nos rodean.
Los ancianos, muchas veces están obligados a aceptar las consecuencias de sus enfermedades, escuché muchos médicos decirles a mis hijos "¡Pero si ya tiene 86 años!" "¿Por qué tanta preocupación', es algo de la edad". Y yo creo que la rabia me sacó adelante también, el demostrar que siempre se puede seguir viviendo mientras uno lo desea. El que seamos ancianos, no significa que uno tenga que resignarse a morir, porque mientras el hilo de luz no se corte, uno debe aferrarse, no darse por vencido jamás. Eso aprendí de esta internación, eso y el amor de otro tipo de profesional de la salud, como algunos enfermeros/as y médicos, que dejaban el poco tiempo que tenían para dedicármelo y consolarme cuando me veían decaer.
A ellos les dejo mi eterna gratitud. El reconocimiento de su labor. Ese trabajar hasta donde sus fuerzas no dan más, aunque el sueldo que reciben es vergonzoso, y por eso deben trabajar en más de un hospital para poder alimentar a su familia, mientras hay quienes se dan sus viajes de lujo en aviones privados, por el sólo hecho de elegir ser parásitos... pero de eso mejor no hablemos, hablemos de esos seres maravillosos que son los enfermeros y enfermeras, de los doctores, pero los de vocación, no de los que sólo trabajan si un paciente es rentable o no. Si un médico al que asistes, te da su teléfono para que lo llames ante una urgencia, aunque éste sepa que tenés la obra social de PAMI, ya sabes que este es un DOCTOR...
De los otros, de los que se enriquecen a costa del dolor humano, de esos prefiero no hablar hoy, porque sólo quiero hablar de mi yerno: MARTÍN RAMOS, es que no me entra en el pecho el orgullo, es que aunque mi mano derecha no me deja escribir en el teclado de alguna manera tiene que salir esta emoción.
A pesar de trabajar tantas horas, de llegar cansado a su casa, tanto que apenas puede hablar, él siempre con una sonrisa, con una mirada de amor para los demás. Porque en su casa no sobra el dinero, a pesar de tener doble turno, pero sobra amor, es lo que importa. Pues bien, hay algo que no entiendo, no sé cómo le quitó horas al sueño para poder lograr este milagro: Escribir este maravilloso libro, en el que cuenta de su vida en los pasillos de hospital, con los enfermos, con la descarnada verdad de una enfermedad terminal por ejemplo, pero a pesar de ello, uno después de leer cada historia no puede menos que sonreír, porque a pesar de tanto dolor, es una demostración de fe y de valor. Cada paciente es símbolo de ello.
Quizás no sea un best seller, quizás no tenga todos los requerimientos que los literatos exigen en lo  gramatical y demás, pero su valor va más allá, está en el esfuerzo, en los minutos que le quitó a su vida para escribirlo, en las palabras tan sentidas, palpitando cada coma, punto suspensivo y punto final.
En un mundo que todo se lleva por las apariencias, Martín eligió el SER, la profundidad con que narró cada historia es fiel demostración de ello.
Yo no sé que hacer con esta emoción, yerno, hijo querido. Pero felicitarte es poco, abrazarte, eso quiero, porque tu logro es el logro de todos aquellos que están convencidos que siempre se puede llegar más allá, sólo es preciso soñar.
¡Gracias por tanto amor! Te deseo lo mejor, Martín. Como así también a mi hija Norma y sus dos maravillas de hijos, Emanuel y Sofía.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué hermosura che lo que han escrito! La Verdad que es así, todo un orgullo y un esfuerzo del cuñado, me alegro tanto, tanto que lo haya podido lograr y que hoy pueda leer este blog y mirar la foto de mamá leyendo el libro, es hermoso , gracias por tantas cosas...los quiero Olga

Juan Rizzo dijo...

¡Guárdenme uno! Abrazos y felicitaciones para el autor (y otro para la autora del blog!).

Luis Madrigal Tascón dijo...

Doña Irma, quiero decirle, con la mayor sinceridad, que escribe usted muy bien, pero que muy bien. No se escribe con la mano, con esa mano que aún no responde a la voluntad, sino con el alma, que es un habitante muy especial dentro del cuerpo, además del hígado y el bazo; la tibia o el peroné. Le doy las gracias por haber escrito esto y le felicito muy sinceramente por tener un yerno, un hijo más bien, parece ser, como Martín, que es un apóstol de la Sanidad. Le envío un beso. Luis Madrigal.-